Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional.
Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional.
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Sin rival a la vista, Thomas Bach prolongará su mandato en las próximas elecciones del COI

Sería el presidente de la entidad hasta 2025.

No hay rival: el próximo mes de marzo, en la dos veces olímpica ciudad de Atenas, Thomas Bach será reelegido presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) sin oposición, con el espaldarazo posiblemente unánime de la asamblea del organismo para que complete sus últimos cuatro años en el cargo.

El COI anunció este martes que, vencido el plazo de admisión de candidaturas, solo ha recibido la del abogado alemán, que ya informó el pasado 17 de julio de su intención de seguir en el puesto.

La Carta Olímpica establece para los presidentes un primer mandato de ocho años, renovable con un segundo y último de cuatro. Bach (Wurzburgo, 1953) fue elegido presidente en 2013 y lo será hasta 2025.

La ausencia de otros candidatos era tan previsible como imprevisible ha sido la primera parte de esta presidencia, en la que Bach ha tenido que recuperar la cintura de sus años de esgrimista para evitar el 'tocado' de unos adversarios inesperados.

El principal de ellos ha sido la pandemia de coronavirus que, por primera vez en la historia, ha obligado a aplazar unos Juegos Olímpicos. Los de Tokio 2020, aunque sigan denominándose así, serán los Juegos de Tokio 2021.

Aunque la decisión que parecía inevitable se retrasó durante semanas, finalmente Bach acordó el 24 de marzo con el gobierno japonés posponer los Juegos. El coste deportivo y económico para organizadores, atletas, patrocinadores y aficionados no se conoce aún ni quizá se conozca nunca, pero cabe atribuir al presidente del COI el mérito de mantener alta la moral de la familia olímpica en los peores momentos de la crisis sanitaria. Nunca dudó de que, con uno u otro formato, habría Juegos.

A ocho meses de la inauguración, el COI trabaja con varios escenarios para Tokio 2020: con o sin público, con o sin vacuna, con o sin cuarentena... pero las buenas noticias que llegan de las farmacéuticas y la disputa de grandes competiciones (tenis, fútbol, atletismo) sin que se haya puesto en riesgo la salud de los participantes han sido un motivo de alegría para Bach en las semanas recientes.

La otra crisis a la que tuvo que hacer frente en los primeros años de su mandato fue la alarmante ausencia de ciudades interesadas en organizar los Juegos Olímpicos. Hasta el punto de que solo dos de ellas, París y Los Ángeles, solicitaron la sede de 2024. Dos candidaturas excelentes, pero solo dos.

Bach propuso la decisión salomónica de conceder los Juegos de ese año a París y convencer a Los Ángeles para que se quedase con los de 2028. Mediante este acuerdo tripartito, el olimpismo quedó privado durante ocho años de las emociones e intrigas que rodeaban los procesos electorales, pero ganó a cambio un largo periodo de tranquilidad, a la espera de que los alcaldes y los contribuyentes vuelvan a considerar una buena idea gastar su dinero en organizar unos Juegos Olímpicos.

Durante este proceso, Bach tuvo que tragarse dos sapos: su propio país le negó sendas candidaturas de Múnich para los Juegos de invierno de 2022 y de Hamburgo para los de verano de 2024, rechazadas en referéndum por sus habitantes.

Rusia ha sido, y sigue siendo, otro foco que preocupaciones para el presidente Bach. La trama de dopaje que ha envuelto al deporte ruso en las últimas décadas, por fin demostrada con pruebas por el canadiense Richard McLaren y que llegó a su punto álgido durante los Juegos de Sochi 2014, ha obligado al COI a tomar medidas muy dolorosas contra un país de enorme peso histórico en el mundo olímpico.

A día de hoy, se desconoce si Rusia podrá participar en los Juegos de Tokio -en principio, no- o, de hacerlo, en qué condiciones.

Otra sombra en la última etapa del COI son los casos de corrupción deportiva que afectan a miembros o exmiembros del organismo. Pese a que la mayoría de las irregularidades salen a la luz cuando esos dirigentes ya se han jubilado o han dimitido o dejado de tener cargo en el Comité, nadie habló abiertamente de aquellas cuando estos aún estaban en sus puestos.

Lamine Diack, Carlos Nuzman, Frankie Fredericks... El último en engrosar la lista ha sido el que fue hombre fuerte de la Federación Internacional de Halterofilia durante 40 años, el húngaro Tamás Aján, miembro del COI entre 2000 y 2010. Pese a abrumadoras sospechas, pese a decenas de casos de dopaje, pese a denuncias de los opositores a Aján como el italiano Antonio Urso, nadie vio que la federación se había convertido en "un nido de corrupción al más alto nivel", según un informe también de Richard McLaren.

El futuro olímpico de la halterofilia y del boxeo, cuya federación está suspendida por el COI, es uno de los frentes que tendrá abiertos Thomas Bach durante el último cuatrienio de su dirigencia.

Bach es el noveno presidente del COI. Sucedió al belga Jaques Rogge (2001-2013), cuyo mandato siguió al del español Juan Antonio Samaranch (1980-2001). En lo que le queda de mandato tendrá tiempo de inaugurar los Juegos de Tokio 2020, Pekín 2022 y París 2024.

El dirigente bávaro fue campeón olímpico de esgrima en los Juegos de Montreal 1976, en florete por equipos. Es un hombre culto, de trato cercano, gran conversador en varios idiomas y a quien uno de sus más cercanos colaboradores define como "el más mediterráneo de los alemanes".

EFE
 

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